dc.description.abstract | El problema de España, planteado dramáticamente por los pensadores
regeneracionistas y la Generación del 98 a partir del sentimiento de decadencia patria,
es heredado por Ortega y constituye el tema central de su pensamiento y su ocupación
intelectual, que puede definirse como un “programa de salvaciones” que incluye una
doble vertiente: política, esto es, el análisis de los problemas y deficiencias de España
como nación y como sociedad, alumbrando soluciones que llevarían a superarlos, y
filosófica: la reflexión radical que les da hondura y fundamentación. Se funden así en él,
según propia confesión, su indeclinable vocación filosófica y su apremiante afán
patriótico. Se analiza en este trabajo la reflexión orteguiana sobre España a lo largo de
toda su obra -especialmente entre 1902 y 1932- y cómo se implica y relaciona con su
filosofía, asistiendo así a la evolución paralela de su pensamiento filosófico y de su
pensamiento político-patriótico. Ello nos lleva a constatar que en realidad toda su obra
es preocupación y servicio de España y que toda su filosofía está ligada a ese problema.
Se analiza en cuatro etapas: 1/ 1902-1911. La deficiencia fundamental de España es
de ciencia y de cultura: resistencia a la modernidad. Y la filosofía que le da respuesta es
la neokantiana, con su propuesta de cultura, pedagogía social y socialismo ético o
humanista. “España el problema, Europa la solución”.
2/ 1911-1916. Ortega se compromete en una superación del idealismo de la mano de
la fenomenología, arribando a una primera formulación de su filosofía como filosofía de
la razón vital que se traduce para España en una política de la vitalidad -transformar el
Estado, revitalizar la sociedad- o, si se prefiere, en un programa de salvaciones que
supone un acercamiento objetivo a la realidad española que alumbre y haga posible su
perfección. España se salva desde su filosofía.
3/ 1917-1930. Asistimos al desarrollo, fundamentación y, en definitiva,
sistematización de la filosofía de la razón vital o raciovitalismo. Para España, esa razón
vital se concreta en la labor del intelectual que analiza los problemas de la actualidad
política y social de España y profundiza en una síntesis teórica que revela su raíz última
(particularismo, ausencia de verdaderas aristocracias) y permite concretar soluciones
verdaderas y efectivas: nacionalización, imperativo de selección.
4/ 1931-1936. La descomposición definitiva del sistema de la Restauración, el
fracaso de la Dictadura y la desnacionalización de la Monarquía imponen un cambio de
régimen: la República como un proyecto de Estado nacional que convierta, por fin,
España en una sociedad democrática, liberal, próspera y justa. Pero la República se
desnacionaliza por el radicalismo sectario de unos y el obstruccionismo igualmente
radical y sectario de los otros, haciendo peligrar la propia convivencia nacional. El
silencio de Ortega, con el continuo recordatorio de lo que dejó establecido como
necesario (conciencia y juicio personal, democracia, liberalismo, necesidad de justicia y
organización para la prosperidad; pero sobre todo la decencia nacional: el
reconocimiento del otro como compatriota), fue su respuesta a la dialéctica de
polarización y criminal fanatización.
Epílogo: El problema “nacional” español es un caso particular del problema general
que están sufriendo las naciones europeas y amenaza el fondo mismo de la civilización
en que han convivido: el exceso de “socialización” que arruina la respuesta personal
libre y responsable y una “masificación” que amenaza con liquidar o supeditar la
excelencia a la vulgaridad, convirtiendo Europa en el dominio de los nacionalismos, los
populismos y la demagogia. No hay solución a los problemas nacionales y a la
conservación de los “valores espirituales europeos” sino en la confluencia de las
naciones europeas en la construcción de una supernación: los Estados Unidos de
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