Actividad física, fragilidad y función física, y mortalidad en el adulto mayor

Abstract

El incremento de la esperanza de vida se ve reflejado en un progresivo y rápido envejecimiento de la población. La Organización Mundial de la Salud promueve que todos los países desarrollen estrategias que fomenten el envejecimiento activo de su población. Sin embargo, la mayor parte de la población de esta edad no cumple con las recomendaciones mínimas de actividad física. Un objetivo propuesto para esta tesis doctoral fue examinar la asociación entre actividad física y mortalidad según el nivel de fragilidad y función física de adultos mayores. Además, también examinamos las asociaciones de la actividad física diaria medida de forma objetiva con los niveles de fragilidad y función física en los adultos mayores. El primer objetivo se desarrolló en un estudio prospectivo que incluyó 4008 participantes de 60 o más años, representativos de la población española no institucionalizada. La actividad física fue autoreportada, la fragilidad se determinó mediante la escala FRAIL, la función física se evaluó con la dimensión física del cuestionario SF-36, y se siguió a los participantes durante una media de 14 años. Los análisis se realizaron con regresión de Cox y se ajustaron para los principales factores de confusión. El segundo objetivo incluyó 436 participantes de 65 o más años. El tiempo en las actividades físicas diarias se evaluó mediante el dispositivo multi-sensor IDEEA, la fragilidad se determinó con la escala de Fried, y la función física mediante la dimensión física del cuestionario SF-12. Se examinaron las asociaciones independientes de las actividades diarias con la fragilidad y la función física mediante modelos de regresión lineal ajustados por posibles factores de confusión, y mediante modelos de sustitución isotemporal. Los principales resultados de esta tesis doctoral sugieren que (i) ser físicamente activo se asocia con una menor mortalidad total y por enfermedad cardiovascular entre las personas pre-frágiles y frágiles, y en aquellos participantes con una mala función física y (ii) la actividad física moderada-vigorosa, medida de forma objetiva, en los adultos mayores, se asoció con mejores niveles de fragilidad y función física, y el reemplazo de conductas sedentarias por actividad física ligera, también podría producir mejoras en ambas variables. Estos resultados ponen de manifiesto que la actividad física sería esencial para atenuar no solo un mayor riesgo de mortalidad asociado a la fragilidad y a una deteriorada función física, sino también el proceso de envejecimiento que provoca más fragilidad y el deterioro en la función física.